Temperatura y humedad relativa
No hay nada tan impredecible como el clima. Un día llueve y sopla el viento, al otro día el cielo está azul y el sol brilla. Además, las nevadas repentinas y las olas de calor ya no son inusuales. Estas condiciones climáticas exteriores impredecibles pueden causar fluctuaciones considerables en la temperatura y la humedad relativa en interiores. Ambos factores juegan un papel importante en el confort interior.
Temperatura
La temperatura define qué tan caliente o frío se percibe algo y normalmente se mide en grados Celsius (°C) o Fahrenheit (°F).
La temperatura ambiental de una habitación es la temperatura promedio dentro de un espacio. Esta es la temperatura a la que la mayoría de las personas se sienten cómodas en interiores: ni demasiado caliente ni demasiado fría. Esta temperatura suele estar entre 21 °C y 25 °C, a menudo denominada zona de confort térmico.
Sin embargo, la percepción de la temperatura varía de una persona a otra. Es
importante crear una sensación general de confort para todos. Ya sea que estés
trabajando en la oficina, estudiando en la escuela o simplemente relajándote con
un
libro en casa, la temperatura ambiental afecta tu bienestar mental y físico en
general.
Es un equilibrio crítico, pero crucial. Cuando la temperatura del
entorno es demasiado alta, sentimos inmediatamente el efecto: nos sentimos
sudorosos
y nos cansamos. Sin embargo, bajar demasiado la temperatura también puede tener
un
efecto adverso. Nuestra concentración disminuye y lo único que queremos es
volver a
calentarnos.
Las temperaturas entre 18 °C y 20 °C pueden sentirse ya frías. Esto puede resultar incómodo, pero no es perjudicial para la salud; la mayoría de las personas pueden adaptarse a esta temperatura. La sensación de frío genera una respuesta leve de estrés que nos hace estar un poco más alerta, lo que puede mejorar la concentración. Sin embargo, esta concentración agudizada desaparecerá si permanecemos demasiado tiempo en el frío, y la incomodidad se apoderará de nosotros, dificultando nuevamente la concentración. Las temperaturas entre 15 °C y 17 °C son aceptables por periodos cortos o al realizar tareas físicamente exigentes, pero no al estar sentado sin moverse. La exposición prolongada a temperaturas interiores por debajo de 15 °C puede tener efectos negativos en nuestra salud.
Humedad
El agua existe en tres estados: líquido, sólido (hielo) o gas (vapor de agua). El agua se evapora a la atmósfera desde océanos, lagos, ríos, plantas, el suelo y la lluvia. Este vapor de agua es luego transportado por el viento de un lugar a otro.
La humedad absoluta mide la cantidad real de vapor de agua en el aire, sin importar la temperatura del aire. La humedad relativa (HR), por otro lado, mide el vapor de agua en relación con la temperatura del aire.
Es la relación del vapor de agua presente en el aire con la cantidad máxima posible de vapor de agua en el aire a esa temperatura específica. Cuanto más vapor de agua se absorbe en el aire, mayor es la humedad relativa. El aire cálido puede contener más humedad que el aire frío, por lo que, con la misma humedad absoluta, la humedad relativa en aire frío sería mucho mayor que en aire cálido. La humedad relativa se expresa en %. Una humedad relativa del 100% no significa que la habitación esté inundada; significa que el aire no puede absorber más humedad. El aire ha alcanzado su punto de saturación.
La mayoría de las personas se sienten cómodas en entornos con una humedad relativa entre el 40 % y el 60 %. Cuando la humedad relativa es demasiado baja, el aire se vuelve seco, lo que puede causar piel seca, ojos irritados, pasajes nasales irritados e incluso hemorragias nasales. También puede exacerbar los síntomas del resfriado y las afecciones respiratorias. Además, la baja humedad aumenta la electricidad estática, que se puede sentir en la ropa, el cabello y los muebles.
Por el contrario, una humedad relativa excesivamente alta provoca condensación en ventanas, paredes y techos que están más fríos que el aire, lo que puede dañar los materiales de construcción y causar olores desagradables en espacios mal ventilados. Esto puede empeorar condiciones de salud como alergias y asma. Para prevenir el crecimiento de moho y los malos olores, también es esencial controlar el punto de rocío interior de un edificio.
Punto de rocío
La temperatura del punto de rocío es la temperatura a la que comienza la condensación. En otras palabras, es la temperatura a la que el aire se satura de humedad, lo que provoca condensación en superficies y objetos que tienen la temperatura del punto de rocío o inferior. La temperatura del punto de rocío se determina por la humedad relativa y la temperatura del aire.
En interiores, la humedad relativa está determinada principalmente por las actividades diarias rutinarias de los residentes. Ducharse, cocinar, secar la ropa en el interior o simplemente respirar, todo aumenta considerablemente la humedad relativa, ya que se libera más humedad en el aire interior mientras la temperatura permanece constante.
La cantidad máxima de vapor de agua que puede absorber el aire depende de la temperatura. Cuando la humedad relativa es del 100 %, el aire ha alcanzado su punto de saturación. Cuando la temperatura aumenta, el aire puede absorber una mayor cantidad de vapor de agua. Esto provocará que la humedad relativa disminuya. Cuando la temperatura disminuye, la humedad relativa aumentará. Para evitar problemas con la condensación, este exceso de humedad debe eliminarse del aire interior mediante un sistema de ventilación.
El nivel de humedad relativa puede variar de una habitación a otra; la cocina y el baño suelen ser más húmedos que otras áreas y necesitan una ventilación adecuada.
Sentera desarrolló una amplia gama de sensores de temperatura y humedad. Las aplicaciones típicas son espacios húmedos como baños y bodegas de vino, pero también cocinas, vestuarios, piscinas, etc. Dado que tanto la temperatura como la humedad son factores determinantes para nuestro bienestar, también nuestros sensores de CO2 y COV miden estos valores.